
Una visión positiva de lo vivido.
A pesar de la incertidumbre y desconcierto que el COVID-19 ha creado, la reacción ha sido la de integrar el contexto difuso en nuestra realidad, adoptando nuevas actitudes y con un objetivo claro: seguir hacia delante y superar la pandemia y sus consecuencias de todo tipo. Dicho esto, para mí, ha sido todo un máster en gestión del cambio. Los profesionales de RRHH ya sabemos que los procesos de cambio, su gestión y el impacto en las personas conforman los mayores retos que tenemos que afrontar en nuestro ámbito profesional. Este cambio, y lo que ha supuesto a la hora de alterar las formas de trabajar, de relacionarnos, de organizarnos, etc. ha sido todo un ejemplo de reacción y adaptación, del cual deberemos aprender y sacar conclusiones para situaciones futuras, aun no necesariamente tan complejas como la actual. Confucio lo expreso claramente: “Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”. El futuro será mejor porque hemos aprendido a bregar en un contexto difícil. No lo olvidaremos.
Retos para el futuro.
Creo que la demanda de flexibilidad, sobre todo en términos de teletrabajo, ya está instaurada. Muchas compañías ya teníamos implementado el teletrabajo para parte o todo el equipo, pero para muchas empresas y profesionales era algo impensable y rechazado. Creo que la realidad ha acabado con esto. El teletrabajo no implica únicamente trabajar a distancia, no tener oficina, implica un cambio cultural radical, acaba, por ejemplo, con uno de los males tradicionales de la cultura corporativa de muchas empresas (y profesionales): el presentismo. Ahora los objetivos y los resultados toman la importancia que tienen realmente, más allá de estar “calentando” la silla en la oficina para que me vean.