
Una visión positiva de lo vivido.
A pesar de los inconvenientes de los confinamientos, creo que hemos aprendido a valorar más que nunca lo positivo de colaborar presencialmente, de los contactos informales, de celebrar juntos los logros… Mucha gente estaba y está esperando poder volver a la oficina para volver a trabajar y estar “juntos”. En cierta forma, el sentimiento de pertenencia y la conexión emocional con nuestros colegas es hoy más relevante que nunca y esto es algo positivo y crítico para una función como Recursos Humanos cuya prioridad son las personas como principal activo para las empresas. También hemos podido apreciar como la flexibilidad ha ido adquiriendo más importancia en la gestión de las personas y como ésta ha permitido encontrar soluciones creativas. También ha facilitando la creación de equipos líquidos y como resultado, nuestros profesionales han podido adaptarse a las circunstancias y así, colaborar en proyectos o funciones diferentes a las habituales. Esto es una buena demostración que la organización clásica por departamento no es siempre la mejor, que más agilidad es posible y que cada uno puede crecer y aprender algo nuevo, cada día y en todo momento, para su desarrollo.
Retos para el futuro.
Las empresas que no abracen la flexibilidad en la era post COVID tendrán dificultades para atraer y retener talento. La flexibilidad ayuda a que cada uno encuentre un equilibrio entre vida privada y vida profesional mientras desempeñan su rol. El rol del líder en el bienestar de los empleados para preservar la salud de cada uno, ha sido y continuará siendo muy importante. A veces no son conversaciones fáciles con las situaciones complicadas que pueden estar viviendo los equipos: enfermedad, aislamiento, menos separación entre vida personal y vida profesional. Escuchar y ser empático, apoyar y respetar la intimidad de cada uno son comportamientos críticos para hoy y mañana que cada líder deberá saber gestionar.